Pantoja


P A N T O J A
Noble gente, valiosa tierra



E
n el mismo centro de España, equidistante entre el Sistema Central y los Montes de Toledo, el toledano municipio de Pantoja se encuentra situado en pleno corazón de la comarca de La Sagra, a 48 kilómetros de la madrileña Puerta del Sol y a 38 de la emblemática y muy noble Plaza de Zocodover. Allí, a 534 m. de altitud media, en sus poco más de 28,2 Km2, viven sus 3.500 habitantes, gente afable, espontánea y trabajadora.
   Si algo ha marcado la historia de Pantoja desde muy antiguo, ha sido, indudablemente, la tierra. En ella encontraron sus primeros pobladores el sustento necesario para vivir: agua, caza, frutos y vegetales, favorecido todo ello por un clima apacible. Más adelante desarrollaron la agricultura, dedicándose a los cultivos mediterráneos que tradicionalmente se han cultivado en Castilla: cereales, viñas, legumbres y tardíamente algo de olivo. Y a la vez, supieron aprovechar las riquezas escondidas en su rico subsuelo, extrayendo, desde muy temprano, sus preciadas piedras de aljez, de donde se obtiene el afamado yeso que tantos palacios toledanos ha embellecido durante siglos; y la arcilla, que desde antes de Cristo sirvió por estos lares para modelar modestos utensilios domésticos y que, más tarde, sirvió para abastecer los tejares, aquellas modestas industrias familiares donde se fabricaban tejas y ladrillos, que fueron el origen de la acreditada y afamada industria cerámica que actualmente está asentada en el municipio.
Y entre sus gentes, destacar el apellido Pantoja, que tantas páginas ha llenado de la Historia de España desde los ámbitos político, militar, artístico, eclesiástico, intelectual o social. La misma relación del apellido con el municipio ha dado lugar a una controversia: para unos, el municipio toma el nombre de una familia mozárabe toledana con heredades en el lugar; para otros, Pedro Ermíldez, hidalgo portugués de origen mozárabe, recibió de Alfonso VII heredades en Pantoja, cambiando sus descendientes el apellido por el topónimo. De aquel pasado mozárabe datan las dehesas de Dar el Chebel (o Daragebal), y Villariche (Valerilla, Valeriche o Vallerrique).
Sobre la Historia de Pantoja aún quedan muchas cosas por investigar, pues aún duermen en los depósitos de los archivos cantidad de envejecidos legajos que esperan pacientemente ser desempolvados. Una Historia que no habla de grandes batallas, ni de palacios ni reyes; sino de la Historia cotidiana de sus gentes, su forma de vida, tradiciones, organización social, creencias, usos y costumbres; sobre la vida y la muerte en un sencillo pueblo castellano, cuyos protagonistas siempre trabajaron para vivir honradamente en un mundo siempre difícil, donde antaño, las gloriosas gestas del Imperio les resultaron tan lejanas como gravosas.

   Hemos pretendido dar una leve pincelada sobre esta Historia del municipio, recogiendo documentos clásicos que hablan de este pasado cotidiano, y que puede servir de punto de partida para un conocimiento más profundo. Y si de la Historia pasada queda mucho por investigar, la venidera está aún por escribir. Historia que día a día van escribiendo sus habitantes, desde sus alegrías y sus tristezas, hombres y mujeres, mayores y niños, mirando adelante como siempre los habitantes de Pantoja lo han hecho: afrontando el futuro con esperanza, con los pies sobre la tierra.

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